martes, 2 de julio de 2013

El Papa párroco deseado



En el día del Papa, celebramos a Francisco el deseado. Un Papa por el que muchos veníamos suspirando desde hace décadas. Un Papa que dice, con sencillez y cercanía, lo que muchos veníamos diciendo desde hace años y nos llamaban de todo, hasta casi herejes. Un Papa que está abriendo de par en par las puertas de la Iglesia. Otro Juan XXIII. Un Papa que nos ha hecho recobrar el orgullo de ser la Iglesia samaritana y de los pobres. Un Papa humano, que sonríe, abraza y quiere a la gente. Un Papa párroco. Como los curas de pueblo de siempre.
Ni los más optimistas podíamos soñar un Papa así, después de tantos años de "invierno eclesial", como dijo Rahner. Parece increíble. Es como un milagro y habla de la potencia del Espíritu actuando en la Iglesia. Un Papa que habla como un sencillo cura de pueblo, vive como ellos y actúa como ellos. Como un padre y un pastor. Un Papa que quiere y se hace querer por las ovejas.
Un Papa empeñado en ser testigo creíble del Evangelio. Un Papa que quiere vivir lo que predica y quiere que la Iglesia haga lo mismo. O, al menos, lo intente.
Un Papa al que se le entienden todas sus prédicas, porque siempre habla con el corazón en la mano. Con sus palabras, que son agua clara que alimenta, sin grandes circunloquios teológicos, a los fieles. Van directas al corazón y repiten, una y otra vez (machaconamente) los mismos mensajes: misericordia, perdón, ternura de Dios.
Y si en el anuncio conecta directamente con la esperanza de la gente, en la denuncia no se anda por las ramas. Y zarandea con fuerza al "capitalismo salvaje, causante de la crisis", que deja a los más pobres tirados en las cunetas de la vida y en las fronteras de la existencia. Interpela a los ricos y poderosos y arremete contra los grandes poderes financieros.
Y, sobre todo, sacude a la casta clerical, acostumbrada al mando, al boato, a la opulencia, a la hipocresía, a la condena. Quiere que los clérigos (altos y bajos) vayan a las fronteras, que salgan de sua palacios, que dejen sus coches con chófer, que huelan a oveja y no a Armani, que se pongan las botas del pastor o las sandalias del pescador. No quiere arribistas, ni clérigos que buscan desaforadamente el poder. Sólo quiere servidores de los de verdad y no sólo de boquilla.
Y habla con sus gestos, que son auténticas encíclicas. Sentarse en un silla, con los fieles, al terminar la misa significa la escenificación de la Iglesia pueblo de Dios, donde todos somos iguales y hermanos. O la silla vacía en el concierto del otro día...Gestos que son encíclicas y que llegan a todo el mundo, mientras las clásicas encíclicas sólo las leen unos cuantos.
Nunca un Papa tuvo tanta capacidad de seducción y de atracción. Ni siquiera Juan Pablo II, el Papa Magno.
Dicen algunos que, tras la oledada de entusiasmo, vendrán las desilusiones. Aseguran que las expectativas están demasiado altas. Tan altas que pueden defraudar. Yo digo: que nos quiten lo bailado. Y lo que vamoa a seguir bailando. Porque, Francisco, para reparar la Iglesia de Cristo va a barrer a fondo. Tiene mucha limpieza que hacer el nuevo barrendero de Dios.
Empezando por el IOR, la madre de todos los males de la Iglesia. Si acaba con el banco vaticano, si lo convierte en una banca ética o absolutamente transparente, estará cortando la línea de aprovisionamiento de las mafias y las cordadas de poder en el Vaticano. Mafias que se alimentan de este dinero negro. ¿Por qué todos los obispos del mundo tienen que tener una tarjeta del IOR y cuentas abiertas en ese banco? Muerto el perro del IOR se acabará la rabia en la Curia y en la Iglesia. O gran parte de ella.
Y, después, vendrá la limpieza en la Curia y en todas las curias del mundo, infestadas de arribistas. Y los obispos se elegirán por su valía, su celo pastoral y su esiritualidad, no en función de su pertenencia a un movimiento o a un modelo eclesial de poder. Y llegará hasta donde pueda. Y hará lo que pueda, pero dejará la Iglesia encarrilada.
Porque ésa ha sido, a mi juicio, la principal aportación de Francisco a la vida de la Iglesia: el cambio de tendencia. Esto pinta de otra forma. Esto huele a sonrisa y alegría. Esto sabe a una Iglesia que ofrece al Dios que sana y salva, no al del palo y la condena. Esto es vida más que doctrina.
Una nueva tendencia que está terminando con el clima de miedo que se había instaurado en la Iglesia de Dios. Un miedo que ahogaba la más mínima crítica, que asfixiaba a los teólogos, a los discrepantes en lo accidental, a los que no se alineaban con lo eclesialmente correcto. Se ha terminado la era de los tirapiedras y de los enciendehogueras.
El unico pero que veo a la actual situación es que la Iglesia siga dependiendo tanto de una sola persona, del Papa de turno. Porque eso significa que el pueblo de Dios está todavía inmaduro, no cuenta, no decide apenas. Eso habla de una Iglesia demasiado clericalizada y "papalizada".
La nueva tendencia tendrá que afrontar también esto y caminar hacia una Iglesia más corresponsable y más colegial.
Sólo este cambio de tendencia esponja el alma. Lo demás, ya vendrá, cuando Dios quiera que venga.Es primavera y verano en la Iglesia. Hemos dejado atrás el otoño y el invierno. Toca sembrar esperanza para los pobres, los preferidos de Cristo. Toca alegrarse y agradecer a Dios el don del Papa Francisco.
José Manuel Vidal


tomado de: www.religiondigital.com

Cristianos sin miedo


Francisco quiere cristianos sin miedo

"Ante el pecado, huir sin nostalgia", apunta el Papa en Santa Marta

Francisco: "Somos débiles, pero debemos ser valientes en nuestra debilidad"

"No seamos ingenuos ni cristianos tibios, seamos valientes"

Redacción, 02 de julio de 2013 a las 13:37
El cristiano está llamado a ser valiente en su debilidad. Es lo que ha destacado el Papa Francisco en la Misa de esta mañana en la Casa Santa Marta. El Papa ha afirmado que, a veces, debemos reconocer que somos débiles y por tanto, debemos huir sin nostalgia del pecado, sin mirar atrás. En la Misa, concelebrada por el cardenal Manuel Monteiro de castro y mons. Beniamino Stella, han participado un grupo de sacerdotes y colaboradores del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica y un grupo de la Academia Eclesiástica Pontificia.

Actuar con lentitud, mirar atrás, tener miedo y volvernos al Señor, a la gracia del Espíritu Santo. En su homilía, el Papa Francisco ha partido de las Lecturas de hoy para detenerse en los cuatro "comportamientos posibles en las situaciones de conflicto, en las situaciones difíciles". El primer comportamiento es el de la "lentitud" de Lot. Este, observó el Papa, estaba decidido a dejar la ciudad antes de que fuese destruida, pero lo hace muy lentamente. El ángel le dice que huya pero en él estaba la "incapacidad de distanciarse del mal, del pecado". Nosotros, añadió, queremos salir, estamos decididos, pero hay algo que nos retiene" y así, al final, Lot se pone a negociar con el ángel:

"Es muy difícil cortar con una situación pecaminosa. ¡Muy difícil! También en una tentación ¡es difícil! Pero la voz de Dios nos dice esta palabra: ‘¡Huye! Tú no puedes luchar aquí, porque el fuego, el azufre te matará ¡huye!' Santa Teresita del Niño Jesús nos enseñaba que, a veces, en algunas tentaciones la única solución es huir y no tener vergüenza de ello; reconocer que somos débiles y que debemos huir. Nuestro pueblo, con su sabiduría sencilla, lo dice un poco irónicamente: ‘Soldado que huye, sirve para otra guerra'. Huir para seguir adelante en el camino de Jesús".

El ángel, añadió, dice "no volver la vista atrás", huir y mirar hacia delante. Aquí, dijo, hay un consejo para vencer la nostalgia del pecado. Pensemos en el Pueblo de Dios en el desierto, destacó: "tenía todo, las promesas, todo" y sin embargo "tenían nostalgia de las cebollas de Egipto" y esta nostalgia les hacía olvidarse de que aquellas cebollas las comían en la mesa de la esclavitud". Existía "la nostalgia de volver, volver". Y el consejo del ángel, observó el Papa, es sabio: ¡No miréis atrás! ¡Sigue adelante!" No debemos hacer como la mujer de Lot, "debemos cortar toda nostalgia, porque existe también la tentación de la curiosidad".

"Ante el pecado, huir sin nostalgia. La curiosidad no sirve ¡hace daño! ‘Pero en este mundo tan pecaminoso ¿Cómo se hace? ¿Cómo será este pecado? Me gustaría saber...' No, ¡olvídate! ¡La curiosidad te hará daño! ¡Huir y no mirar atrás! Somos débiles, y tenemos que defendernos.

La tercera situación se da sobre la barca: es el miedo. Cuando viene una gran agitación en el mar, la barca estaba cubierta por las olas. ‘¡Sálvanos, Señor, estamos perdidos!' Dicen ellos. ¡El miedo! También esta es una tentación del demonio: tener miedo de continuar en el camino del Señor".

Existe la tentación de quien dice que "es mejor quedarse aquí", donde estoy seguro. "Pero esto -advirtió- es el Egipto de la esclavitud". "Tengo miedo de ir hacia delante -afirmó el Papa- tengo miedo de adónde me quiere llevar el Señor". El miedo, "no es un buen consejero". Jesús, añadió, "muchas veces dijo: ‘¡No tengáis miedo!'. El miedo no nos ayuda".

La cuarta actitud, destacó, "es la gracia del Espíritu Santo". Cuando Jesús hace volver la bonanza sobre el mar agitado, los discípulos en la barca están llenos de estupor. "Siempre, ante el pecado, la nostalgia, ante el miedo, afirmó, debemos dirigirnos al Señor".

"Mirar al Señor, contemplar al Señor. Esto nos da un cierto estupor, muy bello, de un nuevo encuentro con el Señor. ‘Señor, tengo esta tentación: quiero quedarme en esta situación de pecado; Señor tengo la curiosidad de conocer estas cosas; Señor tengo miedo'. Mirad al Señor: ‘¡Sálvanos Señor, estamos perdidos!'. Y viene el estupor de un nuevo encuentro con Jesús. No seamos ingenuos ni cristianos tibios, seamos valientes.Somos débiles, pero debemos ser valientes en nuestra debilidad. Y nuestra valentía debe expresarse tantas veces en una fuga, sin mirar atrás, para no caer en la nostalgia dañina. ¡No tengáis miedo y mirad siempre al Señor!"
(Rd/Agencias)
Tomado de www.religiondigital.com